martes, 9 de febrero de 2010

Los días pasan y los bordes que separan uno de otro se desdibujan.
Siempre estoy buscando algo. Algo que se escapa de mis manos mientras más cerca estoy.
La felicidad... tan efímera, tan buena.
A veces sueño que teniéndote podría encontrar la felicidad que busco. A veces tengo pesadillas también, por eso no sé si hacerle caso a mis sueños o no.

Se me hace increíble pensar que tu eres todo lo que algún día quise, pero sin la emoción de la caza. Que fuiste la primera persona que descubrió hasta que punto me parezco a los gatos. Que ni salgas en el día. Que comas tanta azúcar como carne sin enfermarte.
En serio, Sergio. Te querría si no estuviese todo el tiempo detrás de mí.

Bueno, el caso es que algun día encontraré esa felicidad que busco, quizás en esos paises donde la mitad del año hay nieve y más nieve y mientras más frío hace más probabilidades hay de ver el espectáculo que son las auroras boreales. O quizás encuentre mi felicidad en una isla de Sol y playa, pescado todos los almuerzos y nadar todas las noches. El sol brillando sobre la arena, la Luna reflejandose en las aguas del mar y miles de estrellas fugaces en diciembre.
¿Quien dice que no? ¿Quien sabe donde está mi felicidad?
Creo que la respuesta a esas preguntas la tendré que encontrar yo solita.

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